The Big Payback

¿Cómo puede un país restituir siglos de esclavitud y racismo? ¿De qué forma se pueden revertir las desigualdades sociales?
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Preguntaba a menudo ¿Has visto Atlanta?, no encontré muchas personas que la hubiesen visto.

Atlanta es una serie de televisión estadounidense creada y protagonizada por Donald Glover. Según Wikipedia, “la serie trata sobre dos primos que navegan en la escena del rap en la ciudad de Atlanta y sus esfuerzos por mejorar sus vidas y las vidas de sus familias”. No sé yo si haría servir estas palabras para definir Atlanta, creo que es un poco más compleja, pero tampoco sé cómo explicarla mejor.

Uno de los episodios que más me impacto fue “The Big Payback”, en el no sale ninguno de los protagonistas de la serie, se puede ver de forma aislada a las tramas que desarrolla la serie aunque el tono es muy reconocible.

La escena inicial es esta; un hombre blanco pide un café en una cafetería. Al llegar a su coche, se da cuenta de que se ha llevado un paquete de galletas sin pagar. Mira las galletas y se las come sonriendo.

La premisa del episodio plantea ¿Qué pasaría si los juzgados reconocieran el derecho de los descendientes de esclavos a cobrar una compensación por parte de los descendientes de sus esclavistas? Una compensación que restituyera los beneficios que lograron sus ancestros gracias al trabajo esclavizado.

 

 

La primera vez que vi el episodio, tuve la sensación de estar viendo una película de terror. Me angustiaba ver cómo el protagonista se sentía acosado, cómo iba perdiéndolo todo. Sentía en primera persona la desolación y desesperación que experimentaba el protagonista, mientras veía a las personas negras, entre ellas la mujer que lo denuncia, haciendo planes sobre cómo gastar el dinero, qué coches comprarían, cómo les gustaría la casa en la que se quedarían… Fue un puñetazo en el estómago, un buen y merecido golpe en el estómago, de esos que te hacen replantearte cosas.

No sé si una política de compensaciones sería útil o justa, pero si soy sincero conmigo mismo, no querría verme en esa situación, no querría perder mis privilegios. Francesca Sloane, la guionista del episodio, es muy inteligente; te pone al otro lado del espejo, te pregunta: ‘¿Y ahora?’

Creo que no hace falta irnos a Atlanta para que nos podamos plantear estos temas. Solo nos hace falta revisar el pasado esclavista de Cataluña o España, algo de lo que hemos empezado a hablar hace poco, los siglos de expolio de nuestro estado, o nación, o como queramos llamar a este territorio donde vivimos. O, si ampliamos a territorio europeo, como hace 150 años los gobiernos de los países europeos se repartían África como si fuera un pastel, viendo qué les tocaba en su porción. ¿Oro? ¿Caucho? ¿Diamantes? Utilizando mano de obra esclava para extraer riquezas y empobrecer el país.

Como sociedad blanca y europea ¿Tenemos una deuda por pagar? ¿Tenemos responsabilidad sobre la pobreza de África después de siglos de expolio? ¿Qué influencia tiene Occidente sobre la inestabilidad en Latinoamérica? ¿Y el conflicto de Oriente Medio? Cuantas preguntas más nos podemos hacer…

¿Y que puedo hacer? Quizás tener perspectiva. Cuando llega una patera a nuestras costas con personas que vienen huyendo de la miseria y el dolor, intentemos, por lo menos, no olvidar que nuestros bisabuelos también llegaron a sus costas, pero ellos lo hicieron para enriquecerse con mano de obra esclava a traves de la fuerza.

 

 

Y sí, yo no estaba, yo no lo hice, yo no participé… Hacia el final del episodio hay una conversación en la que el protagonista dice: “Yo no he hecho nada, no nos merecemos esto”. Su interlocutor le responde: “Hemos tratado la esclavitud como un misterio enterrado, algo que investigábamos si nos apetecía. Ahora esta historia vale dinero; confesar no implica absolución. Para ellos, la esclavitud no es un pasado, ni un misterio, no es una curiosidad histórica, es un fantasma cruel e inevitable que acecha sin que lo veamos”.

Y yo os pregunto: ¿Habéis visto Atlanta?

 

 

Os escribo desde El Palomar de Jose en el Raval.

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