Una de mis características principales es que soy lento, a veces muy lento.
Hace justo un año publique este post https://elpalomardejose.com/color/, en el que decía…
“Las vacaciones… tiempo de descanso. Al volver retomas las rutinas diarias, y en mi caso como buen autónomo, revisas los compromisos del nuevo curso. Entre esos compromisos este año hay uno especial, uno que acorde conmigo mismo, la creación de un nuevo proyecto COLOR.”
Pues sí, después de un año trabajando, de diferentes pruebas y cambios, estoy en la recta final, casi a punto, me falta muy poquito, vamos, casi nada para decir… Os presento el taller ¿De qué color es tu piel?
En octubre publicaremos la landing web que ha diseñado Lidia https://liliguinot.com/, en la que muestro en que consiste el taller y qué objetivos tiene, pero ¿Todo un año para hacer una landing web? No, todo un año para pensar, para preguntar, para leer a Stuart Hall, Desireé Bela Lobedde o Rocio Quillahuaman, para seguir a cuentas como Gipsy Code o Gazpacho Agridulce, para escuchar podcast como No hay negros en el Tibet o leer revistas como Afrofeminas, para conocer proyectos como Periferias Cimarronas o campañas como Te cedo una cita, en definitiva, para aprender.
Espero que en breve podáis decirme que os parece lo que propongo. De momento os propongo leer un fragmento del libro “Fragilidad blanca” de Robin DiAngelo que refleja el espíritu del taller.
“Soy blanca y abordo una inercia blanca común. Escribo principalmente para un público blanco; cuando utilizo la primera persona del plural, nosotros, me estoy refiriendo al colectivo blanco. A los lectores blancos puede chirriarles este uso porque son raras las veces que nos piden que nos pensemos como raza. Pero, en vez de permitir que este malestar nos disuada, procuremos ejercitar nuestra capacidad de resistencia al análisis crítico de la identidad blanca.
Esto suscita otra cuestión enraizada en la política identitaria: Al dirigirme como blanca a un público mayoritariamente blanco, una vez más estoy poniendo en el centro a las personas blancas y a la voz blanca. No he encontrado la solución a este dilema, puesto que, como miembro del colectivo blanco, puedo hablar de la experiencia blanca de maneras que pueden ser más difíciles de negar. Por eso, aunque estoy centrando la voz blanca, también estoy utilizando mi condición de blanca para desafiar al racismo. Si no usara mi posición de esta manera estaría sosteniendo el racismo y esto sería inaceptable, es una dualidad con la que tengo que vivir. Nunca se me ocurriría que mi voz es la única voz que debe escucharse, sino que solo es una de las numerosas piezas necesarias para resolver el puzle.”
Vivimos en una sociedad acelerada, pero ha veces es necesario parar y observarte para poder avanzar y mejorar.
Os escribo desde El Palomar de Jose en el Raval.